Esta curiosa novela recrea la vida del emperador romano Juliano (s. IV
d.C.), sobrino del también emperador Constantino el Grande, de la
dinastía Flavia. Juliano fue apodado el Apóstata porque proclamó la
libertad de culto y combatió la intolerancia religiosa. Este momento
histórico se caracterizó por el declive del mundo helénico y pagano a
favor del imperio romano ya cristianizado. Juliano, aunque criado en un
ambiente cristiano, terminó iniciándose en el culto asiático al dios
Mitra e hizo todo lo posible por mantener las costumbres helénicas del
imperio romano de oriente, así como el culto clásico a los dioses
grecorromanos. No era simpatizante de la nueva religión en auge, la
del "judío muerto" -en sus propias palabras - y que a esas alturas ya
poco o nada tenía que ver con las enseñanzas del rabino galileo.
La narración se divide en tres partes coincidentes con las etapas de su
vida. Durante la infancia se describe cómo
presencia el arresto de su padre para ser posteriormente ejecutado bajo
las órdenes de su primo y entonces emperador Constancio, que veía
traición por todas partes. Llama la atención la descripción detallada de
su educación en la filosofía de Platón y Aristóteles en la Atenas de la
época y el ambiente académico que aún perduraba en época tan tardía. Más, en el libro...
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